Se toman medidas de los dientes del paciente -o se escanean-, y se hace un estudio en 3D, basados en un software, llamado clincheck®, que de base tiene tres millones de pacientes tratados… ¡un magnífico soporte científico! Los movimientos son estudiados a la décima de milímetro. La corrección de la anomalía se planifica, pudiendo programar y ver cómo quedarán los dientes alineados al final del tratamiento. Esto es lo más emocionante para un paciente: ver antes de empezar cómo va a quedar su sonrisa.
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